Soy la que extraña a los que ama y la que olvida a quienes la olvidaron, la que se rompió como un cristal cuando la vida le dió de lleno la peor pedrada.
Soy la que no sabe de rencores, la que se enoja fácil y se desenoja más fácil pero no pierde la memoria.
La que se preocupa por todos, porque todos los suyos son un pedazo de si misma.
Soy la lluvia calma cuando las ausencias inundan los ojos y también soy la tormenta que se puede desatar en un suspiro.
Soy la que ama más allá de si misma, sin importar cuanto amor hay del otro lado de la acera pero que está aprendiendo a distinguir quien si y quien no.
La que ve más allá de las máscaras por mucho que se quieran disfrazar.
Soy la que la vida forjó a fuego y golpes como el acero de las espadas.
Soy la que sostiene las raíces aunque le hayan nacido alas.
Soy la noche con sus secretos y el día con su luz. Soy el invierno que da paso a su primavera, porque la vida no es un invierno eterno y aunque no queramos verlas, las flores llegarán.
Soy quienes me amaron y quienes no lo hicieron, quienes me tendieron la mano cuando no lo esperaba y la mano que nunca llegó, pero creí que estaría ahí para mi cuando la necesitara.
Soy fiel a lo que siento, a lo que vivo, a las emociones que corren por mis venas. No soy lo que todos quieren, ni lo que todos esperan...
Soy esa rebelde que todos llaman la oveja negra.
Soy la que pocos conocen y menos comprenden.