Con el tiempo se da uno cuenta de que el tabaco no es bueno, y piensas en dejarlo, pero no sabes como, no encuentras el momento, pruebas incluso fumar menos, te das cuenta de que son las tantas de la madrugada y estas en la gasolinera medio vestida, medio en pijama comprando cigarros.
Entonces reconoces que no tienes voluntad, y eso te enoja, hasta que un día lo dejas así, de golpe porque asumes que es dañino y lo dejas por orgullo. Entonces fumas ausencias, fumas palabras, fumas recuerdos y aunque ahora seas un ex-fumador. Te juras que no volveras a fumar y al cabo de un tiempo vuelves a encender un cigarrillo.
Entonces reconoces que no tienes voluntad, y eso te enoja, hasta que un día lo dejas así, de golpe porque asumes que es dañino y lo dejas por orgullo. Entonces fumas ausencias, fumas palabras, fumas recuerdos y aunque ahora seas un ex-fumador. Te juras que no volveras a fumar y al cabo de un tiempo vuelves a encender un cigarrillo.
Con el amor pasa lo mismo.
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