No es que a veces te olvide, sólo que te recuerdo menos y no resisto a la vieja costumbre de saludarte. Decirte por ejemplo que aquí estoy, que aún guardo en el pecho aquel beso, que nada ha borrado lo lindo, que sigue habiendo una invitación y las puertas de mi casa abiertas. Aquí estoy, en mi habitación fría al mediodía. Ya sabes que a ratos me encanta la tristeza y la melancolía la disfruto. ¿acaso te sorprende? Estoy sentada en el suelo, en la esquina, mirando cómo se intenta colar la ardiente luz en mi serenidad.
¿Te acuerdas cuando cantabamos a grito abierto cualquier canción, redescubrir los sonidos cotidianos y hablar de nada por horas? Aún sonrío cuando me acuerdo de tus ruidos. Oírte vivir desde mi auricular me parecía apasionante. Desde mi rincón escuchaba cómo tomabas un vaso, cómo picabas en la mesa buscando algún ritmo perdido, cómo soplabas cuando no se te ocurrían líneas, escuchar y no ver, qué curiosas que eran esas escenas.
Supongo que tú te quedarás con algo de mi, no sé por qué te hacía tanta gracia. Y no estarás aquí para que te lo cuente... pero no pasa nada, un día de estos sé que estarás cerca otra vez para reanudar las charlas que dejamos a medias. Ambos nos miraremos desde ventanas abiertas. No falta mucho. No sé por qué hoy te recuerdo más, será porqué se acerca una de esas tardes tranquilas y pausadas de inactividad, ésas en las que parece que el tiempo se esté echando una siesta. Ésas en las que escuchábamos los ruidos raros y hablabamos de nada.
¿Te acuerdas cuando cantabamos a grito abierto cualquier canción, redescubrir los sonidos cotidianos y hablar de nada por horas? Aún sonrío cuando me acuerdo de tus ruidos. Oírte vivir desde mi auricular me parecía apasionante. Desde mi rincón escuchaba cómo tomabas un vaso, cómo picabas en la mesa buscando algún ritmo perdido, cómo soplabas cuando no se te ocurrían líneas, escuchar y no ver, qué curiosas que eran esas escenas.
Supongo que tú te quedarás con algo de mi, no sé por qué te hacía tanta gracia. Y no estarás aquí para que te lo cuente... pero no pasa nada, un día de estos sé que estarás cerca otra vez para reanudar las charlas que dejamos a medias. Ambos nos miraremos desde ventanas abiertas. No falta mucho. No sé por qué hoy te recuerdo más, será porqué se acerca una de esas tardes tranquilas y pausadas de inactividad, ésas en las que parece que el tiempo se esté echando una siesta. Ésas en las que escuchábamos los ruidos raros y hablabamos de nada.
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