Mirarte, con el temblor de ser tuya, más allá del cuerpo, más allá del pecho y el corazón, más allá del alma y la razón.
Justo de los confines de la propiedad ajena, de lo que no es mío, ni tuyo; sino de lo que se ha adherido a ti, a mí, de tu piel, de mi piel y es parte de un nosotros...
Ya no puedo concebir ninguna posible ausencia, ninguna distancia mas larga que la de extender mi mano y que estés en mi lado derecho de la cama respirando junto a mi pecho, acariciando mis mejillas, hablándome cuando estoy dormida, junto a mi piel que esta echa de terciopelo simplemente para arroparte.
Porque ya no hay cuerda floja que se quiebre mientras tu sientas el mismo temblor.
Justo de los confines de la propiedad ajena, de lo que no es mío, ni tuyo; sino de lo que se ha adherido a ti, a mí, de tu piel, de mi piel y es parte de un nosotros...
Ya no puedo concebir ninguna posible ausencia, ninguna distancia mas larga que la de extender mi mano y que estés en mi lado derecho de la cama respirando junto a mi pecho, acariciando mis mejillas, hablándome cuando estoy dormida, junto a mi piel que esta echa de terciopelo simplemente para arroparte.
Porque ya no hay cuerda floja que se quiebre mientras tu sientas el mismo temblor.
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