De nuevo me sorprendo refugiándome en tu recuerdo, lágrima a lágrima fluye de nuevo mi ojo de agua, que a su paso va creando un caudaloso río y en mi desesperación me arrastra de nuevo hasta ti.
Te deslizas con sigilo entre las arenas de mis sueños moviéndote con la brisa, sujetándote tras cada duna, saliéndome al encuentro como un animal hambriento.
Cuando me descubras semienterrada por las basuras del pasado, encerrada en un cuarto sin ventana ni balcón.
En ese momento querrás venir a sacarme a la cegadora luz. Y todos me llamarán artista. De hecho, a sus ojos, lo seré.
En extraña letanía se ha convertido ese nombre que grabó con esmero en cada aguda esquina del enrevesado laberinto que es hoy mi alma atormentada.
Ese nombre que lloro hasta quedarme sin aire, al borde de los acantilados de los olvidos casuales que las olas me devuelven, en forma de eco. Cruel burla…
Cuando me descubran maniatada, abrumada por el dolor, semidesnuda en el pestilente lecho de la autocompasión, entonces querrán verme sonreír y llorar de alegría, pero ya no podré, y sólo entonces seré una artista.
Te deslizas con sigilo entre las arenas de mis sueños moviéndote con la brisa, sujetándote tras cada duna, saliéndome al encuentro como un animal hambriento.
Cuando me descubras semienterrada por las basuras del pasado, encerrada en un cuarto sin ventana ni balcón.
En ese momento querrás venir a sacarme a la cegadora luz. Y todos me llamarán artista. De hecho, a sus ojos, lo seré.
En extraña letanía se ha convertido ese nombre que grabó con esmero en cada aguda esquina del enrevesado laberinto que es hoy mi alma atormentada.
Ese nombre que lloro hasta quedarme sin aire, al borde de los acantilados de los olvidos casuales que las olas me devuelven, en forma de eco. Cruel burla…
Cuando me descubran maniatada, abrumada por el dolor, semidesnuda en el pestilente lecho de la autocompasión, entonces querrán verme sonreír y llorar de alegría, pero ya no podré, y sólo entonces seré una artista.
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