A todas aquellas historias que pese a permanecer en silencio se niegan a morir, a todos esos "ya no te quiero" que llevan trampa, a todos los vuelos perdidos, a todos los aviones que vuelan en circulos que no se terminan de cerrar.
Y el que cree que ya no lo quiero y tal vez sea cierto, no como le quería entonces. Pero aún de frente siguen habiendo bocas que callan y ojos que hablan más de la cuenta.
Aunque no sea como entonces, tengo una luna mordida en mi pecho que un día estuvo llena de quien se comió parte de mi corazón, y aún existe en su alma una boca que pecaría por comerse de nuevo el trozo de luna que le queda, aún quiero perderme; una vez más, otra y otra más en su piel, eso no ha cambiado.
Aspirar otra vez, la última vez que nunca termino de aspirar, que nunca llega a consumirse en su intento de ser la última, aún pese a otras bocas, quiero morderle la suya y aún pese a otros corazones quiere dejarse querer, como si el pan de ayer en nuestras manos de ahora siguiera estando tierno.
Como si hubiera un reloj parado siempre a la misma hora, como si las cosas se hubiesen detenido entonces con una cuenta pendiente para ahora; para mañana tal vez, como si aún quedarán los mismos rayos de luna que entonces escondidos tras un eclipse de sol; donde nosotros, aun siendo los de entonces hayamos cambiado algo.
Aún sus besos acudirían obedientes a mis labios, aún mis pechos bailarían entre sus manos, aún sus lunares volverían a dibujarme corazones en la espalda y aún nuestras bocas seguirían diciendose que no se quieren, aún en el fondo somos dos calcetines impares, olvidados en el fondo de un cajón.
Ahora sabría como amarle, ahora sabría como no amarle lo suficiente, como no amarle tanto y es por eso que él sabe, que ya no le quiero como antes, y es cierto. Ahora le quiero más, más porque le quise un día y porque ahora lo quiero sin trampa, por eso acaricio la huella que se aleja, por eso el no detiene a esta huella que se marcha.
Nuestros estomagos de entonces se comen con el corazón de ahora aquel pan de ayer, que aún entre las corteza sigue estando tierno, los dos desearíamos en el fondo, ser si pudieramos, si estuviera en nuestra mano, ser el marinero y la sirena que no pudimos ser.
En algún momento que ahora no recuerdo, uno de los dos vendió el amor a cambio de una lección aprendida a algún diablo, aunque todavía hayan dos bocas que callan demasiadas cosas y dos ojos que hablan mas de la cuenta.
Y el que cree que ya no lo quiero y tal vez sea cierto, no como le quería entonces. Pero aún de frente siguen habiendo bocas que callan y ojos que hablan más de la cuenta.
Aunque no sea como entonces, tengo una luna mordida en mi pecho que un día estuvo llena de quien se comió parte de mi corazón, y aún existe en su alma una boca que pecaría por comerse de nuevo el trozo de luna que le queda, aún quiero perderme; una vez más, otra y otra más en su piel, eso no ha cambiado.
Aspirar otra vez, la última vez que nunca termino de aspirar, que nunca llega a consumirse en su intento de ser la última, aún pese a otras bocas, quiero morderle la suya y aún pese a otros corazones quiere dejarse querer, como si el pan de ayer en nuestras manos de ahora siguiera estando tierno.
Como si hubiera un reloj parado siempre a la misma hora, como si las cosas se hubiesen detenido entonces con una cuenta pendiente para ahora; para mañana tal vez, como si aún quedarán los mismos rayos de luna que entonces escondidos tras un eclipse de sol; donde nosotros, aun siendo los de entonces hayamos cambiado algo.
Aún sus besos acudirían obedientes a mis labios, aún mis pechos bailarían entre sus manos, aún sus lunares volverían a dibujarme corazones en la espalda y aún nuestras bocas seguirían diciendose que no se quieren, aún en el fondo somos dos calcetines impares, olvidados en el fondo de un cajón.
Ahora sabría como amarle, ahora sabría como no amarle lo suficiente, como no amarle tanto y es por eso que él sabe, que ya no le quiero como antes, y es cierto. Ahora le quiero más, más porque le quise un día y porque ahora lo quiero sin trampa, por eso acaricio la huella que se aleja, por eso el no detiene a esta huella que se marcha.
Nuestros estomagos de entonces se comen con el corazón de ahora aquel pan de ayer, que aún entre las corteza sigue estando tierno, los dos desearíamos en el fondo, ser si pudieramos, si estuviera en nuestra mano, ser el marinero y la sirena que no pudimos ser.
En algún momento que ahora no recuerdo, uno de los dos vendió el amor a cambio de una lección aprendida a algún diablo, aunque todavía hayan dos bocas que callan demasiadas cosas y dos ojos que hablan mas de la cuenta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario