Vivir a quemarropa, andar desnuda, que la belleza del cuerpo no sea más que el holograma del alma.
Abrir los brazos dejando el pecho al descubierto, escribir versos de desamor en los pliegues de tu cama. Que una franqueza extrema te haga desconfiar, gritar un yo lo puedo y caer arrodillada.
Perderle el temor a las palabras, sacar de esta garganta este te quiero atragantado, cruzar líneas de no retorno.
Ser consecuente con las consecuencias, masticar una derrota y alzar bandera blanca.
Firmar una tregua. Quedarte sentada. Porque a veces no hacer nada cuando las cosas no se ven claras también es una acción.
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