Había un agujero negro en tu bolsillo. Lo noté cuando me abrazaste. Temblabas. Tu fragilidad exclamaba a gritos que querías tragos, estrellas, velocidad y cortinas de tinieblas bailando alrededor de la luna. Sin saber qué otra cosa hacer, me hice concavidad.
Un remolino púrpura me besó los labios normalmente acostumbrados a ti. Y tus manos posadas sobre mis hombros cantaban en la superficie en carne viva de tu piel en la cima callada del más profundo abismo de tu silencio.
Tu boca quería decirme algo que no podía pronunciar. Un calendario que había próximo a nuestro abrazo se convirtió en el nido del ave codiciada. No dije nada, nada dije en ese preciso instante en el que a jirones aquella tiniebla bailaba alrededor de la luna.
Un remolino púrpura me besó los labios normalmente acostumbrados a ti. Y tus manos posadas sobre mis hombros cantaban en la superficie en carne viva de tu piel en la cima callada del más profundo abismo de tu silencio.
Tu boca quería decirme algo que no podía pronunciar. Un calendario que había próximo a nuestro abrazo se convirtió en el nido del ave codiciada. No dije nada, nada dije en ese preciso instante en el que a jirones aquella tiniebla bailaba alrededor de la luna.
Hace un momento una estrella fugaz se ha movido 7 centímetros en el cielo y estaba tan cerca de pedir mi deseo cuando no tuve que hacerlo ya que tus labios se acercaron a los míos y volé hasta marte.
2 comentarios:
¿Y cómo es que este hermoso texto no tiene comentarios?
es que la gente siempre se pierde lo mejor...menos yo que lo encontré: en Marte, mi planeta
besos marcianos
marcelo
Hola Doble Vision:
Entonces somos vecinos del mismo planeta ;)
A veces los más sabios saben mucho de nada y no saben nada de lo más importante.
Besos
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