viernes, octubre 31, 2008

TODA UNA VIDA


No intercambiarán orquídeas rojas, ni promesas de amor eterno con fecha de caducidad, ni viajes a Cancún, ni postales cursis. No habrá, tampoco, cena con velitas y champán francés, ni poemas de amor, ni canciones desesperadas. Tal vez no reparen, ni falta que les hace, en que es catorce de febrero, día de San Valentín y de San Isidoro Álvarez, patrón de El Corte Inglés.


Ese día, como de costumbre, madrugarán a sus achaques, desayunarán sin diamantes y sin anillo de compromiso, harán camino al andar por la arena, bajo el mismo Sol que enciende la playa del Puerto, en la misma y acogedora roca donde forjaron el cincuenta por ciento de sus sueños esa tarde.


El encontró en un arrecife los peligros del mar, soño en muchos destinos y se quedó en el nuestro, prendado de unos ojos a prueba de naufragios. Ella, novia de sal, único amor en este único Puerto, esposa coraje que hoy le ayuda a sobrevivir a las quemaduras del recuerdo a construír castillos de arena.


Les golpeó la vida alguna vez, con dureza, dónde más duele, justo en el corazón de lo que más se ama. Pero nunca se ven derrotados y juntos son invencibles, conozco a poca gente con quien el dolor, esa ráfaga de miedo que nos aproxima a la verdad, se haya ensañado tanto.


Y aquí siguen, con esa mala salud de hierro, envejeciendo de pie, dignos en las intermitencias de la esperanza, rotos pero enteros, dando fe de aquello que un día escribieron los clásicos: amar es conducir al otro, gentilmente, hacia lo que el otro es. Dos buenas personas, eso es lo único que son.


"¿Sabes, viejito, "eres el hombre más encantador de la tierra, pero yo soy la única que lo sabe".


No celebraremos nupcias. Probablemente, incluso, habra días que de nuestras bocas no saldrá un te quiero. Pero ahora que tanto abundan las pasiones de gavilanes y los amores perros, es bueno recordar que hay maneras de querer que son hermosas.