martes, diciembre 04, 2007

DE ESPALDAS


Dáte la vuelta, déjame verte y tus manos se pierden en mi cintura, y yo me pierdo en tus manos, en el espacio que hay entre tus dedos en el laberinto sin entrada de tu alma.

Te das la vuelta y me marea mirarte a los ojos, me emborracho al mirarlos, como quien mira desde las alturas y siente vértigo, pero no tengo miedo de asomarme a tu vacío.

Te das la vuelta y tu sonrisa me condena a sonreírte, a perderme en los escalones ordenados de tus dientes, en el hoyuelo de tu sonrisa traviesa y seductora, y tu boca juega una vez mas a querer arrancar de un mordisco los lunares de mi cuello, y tus manos se pierden en mi cintura, y la palabra que querías decirme la he callado con un beso, y el beso me lleva a perderme de nuevo en ti, para no encontrarte.

Te das la vuelta y corres como un niño asustado a esconder tu alma en mi piel, rompes los silencios con tus besos y ahogas las palabras con miradas que me asfixian, necesito el aire de tu boca, y escondes tu corazón en mi pecho, el único lugar donde tengo miedo de buscarte, donde sabes que no miraré.

Te das la vuelta y rodeas mi cara con tus manos como si quisieras hacerme daño con tus besos por quererme, apartas un mechón de pelo que cayo sobre mi frente y buscas con tu mirada los ojos que yo cierro, entonces soy yo la que se da la vuelta, y así, permanecemos los dos, de espaldas.

1 comentario:

Javier Herque dijo...

Girarse solo para como la vida te devuelve la mirada…para encontrarse unos ojos que saben hablar el lenguaje de las emociones.

Esperare a que te des esa vuelta prometida.

Un beso.