sábado, mayo 03, 2008

EL SILENCIO DE LA NOCHE

Mientras me duermo, dibujo con la piel de los muslos trazos redondos en el lienzo de las sábanas. Para Evitar que el quejido de la calle rompa el silencio de la noche. Nada. Que nada enturbie la quietud que me rodea.

Que una tenue luz brille en la oscuridad de mis sueños. Que una brisa calida y gentil agite mi ventana, como si un inesperado amante lanzara piedras contra el cristal.

Sentir que la Ciudad duerme. Bajo cada luz de farola. Tras cada semáforo. Con cada coche que frena. Con cada turista que se aparca en la esquina. Un canto de serenata; como un viento que mece los árboles a lo lejos.

Hay instantes en que siento como gira el mundo, sobre su propio eje. Conmigo. Contigo, que ahora duermes. Y escucho el silencio, como si la felicidad fuera tan cotidiana que me rodeara constantemente. Como si pasara cada día por mi vida. Por mi noche. Por la tuya.

A veces sucede que la felicidad nos ensordece, y por eso no la escuchamos. Estamos demasiado ocupados con otras cosas. Con otras historias que creemos más importantes.


Pero yo esta noche la oigo. La siento. La percibo: es el sonido de tu respiración en mi cama. Y me mece desnuda, pintando trazos redondos en las sábanas con la piel de los muslos, en el silencio de la noche.

1 comentario:

Cale dijo...

Sin palabras, es genial.