lunes, enero 01, 2007

UN DIA EN CASA

Despierto. Silbo. Guardo, abro, miro, toco, caliento, quemo. Espero, me siento. Estoy feliz. Canto bajito. Aplaudo en silencio. Me pinto un ojo, luego el otro. Bostezo. Me pica la garganta. Salgo, rindo culto al ser supremo. Me siento feliz. Pongo el cd. Música. Más música. El peor poema me persigue, lo olvido. Y no puedo dejar ir a mi pequeño sobrino. Me acuerdo de ti. Melancolía a unos pasos de la infancia.

Trabajo con olor a limpio. Actitud. Espero. Me indigno. Espero. Le odio, cierro los ojos le miro y le adoro. Abro los ojos. Mantengo la cabeza erguida, la espalda recta, los ojos inyectados. Me muerdo los dientes. Cuento hasta diez. Me voy. Vuelvo a silbar. Pienso. Me sonrío con torpeza. Soy, es, mi cama, mi sueño profundo, mi descanso. Mi rama firme y mis brotes resbaladizos. Crezco otra vez. Rezo, me duermo. Y no olvido. Y no callo. Y sueño. Y lo extraño. Despierto y silbo...

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