
"NO QUEJARSE"
Palabras andantes...

Nadie se muere de amor, lo que pasa es que nos da miedo el sufrimiento, como también es verdad que uno se acuerda de querer ponerse esa camiseta cuando esta sucia, tendida o en la lavadora.
El algodón de azúcar es de lo más dulce, pero a veces al comerlo se endurece y produce una sensación desagradable. A veces cosas parecidas nos pasan en nuestra pequeña utopía y resquebrajan nuestro plan infalible de ser feliz y bla bla bla.
Quizás no importa tanto que vivamos cien años, lo que verdaderante importa quizás no podamos verlo con nuestros ojos.

A veces mi capricho es de querer vivir despacio, de poder pasear creyendo estar en una estampita, en una de esas postales que venden para los turistas.A veces se me antoja fantasear con la idea de algún día comer y comer fresas y quitarme las sandalias para andar por la arena de tu mano.
Se me antoja la idea de querer abandonar todo lo que tengo y marcharme a un lugar remoto, contigo, que es lo único que verdaderamente necesito. Y por eso es el paraiso, porque no me dedico a trabajar, sino a vivir.
A veces se me antoja pensar en helados, o en tardes de invierno frente a la leña, en caldos de pollo, en calcetines de lana, en las flores de mi jardín y en la margarita recien cortada.
A veces se me antoja pensar, que pronto algun día, podré asomarme a la ventana de nuestra casa en un lugar remoto a oler jazmin a leer un libro y arrullar a mi hijo disfrutándolo y viviendo despacio cada una de sus etapas.









Está y te acostumbras.
Te acostumbras a sus chiqueos,
Te acostumbras a cosas pequeñas.
Te acostumbras a verlo de diferentes maneras.
Te acostumbras a la manera en que dice tu nombre.
Te acostumbras a llamarlo por su nombre
Te acostumbras a que sonría y te diga cuanto le encantas.
te acostumbras a sus llamadas nocturnas y de mañana,
te acostumbras a que no le importe decir lo que siente por ti,
te acostumbras, te acostumbras, te acostumbras...


Cuando nadie me ve me transformo en un prodigio de belleza, mis labios se convierten en reclamos de deseo, la sonrisa ilumina mi cara como nieve en una mañana de primavera y si alguien pudiera verla quedaría para siempre prendido de su hechizo.
Mientras me duermo, dibujo con la piel de los muslos trazos redondos en el lienzo de las sábanas. Para Evitar que el quejido de la calle rompa el silencio de la noche. Nada. Que nada enturbie la quietud que me rodea.

No me enseñaron a morir constantemente, ni como asumir la pérdida de tanas cosas. Ni como evitar que me partieran el alma, ni los primeros auxilios cuando mi corazón tenía una hemorragia. No me enseñaron a sufrir carajo...!
No me enseñaron como cortar cordones umbilicales y lazos que aprietan demasiado. Todo eso no me lo enseñaron y yo a veces no tengo paciencia, si, si la paciencia todo lo alcanza y yo siento el tiempo tan largo, tan indiferente y no pasa nada, la vida se me va y la paciencia se me agota más.


